Alex De la Torre

Su nombre es Alex de La Torre, nació el 11 de septiembre de 1981 en Barranquilla- Colombia, y aunque su apellido y cumpleaños coinciden con una fecha inolvidable para la humanidad, sabría anteponerse a los presagios desavenidos para dejar su apellido en alto. Así pues, fue durante la primavera de su vida, mientras recorría los cálidos rincones de Puerto Colombia, que su pasión por el dibujo empezaría su emersión, inspirado por el panorama mágico que solo la costa colombiana sabría ofrecerle.

Al llegar a su adolescencia, más concretamente a sus 16 años, comenzaría a estudiar dibujo y pintura con el maestro Manuel Bustos, quien sería su primer guía en el maravilloso mundo del arte. Sin embargo, no fue sino hasta 2001 que comenzaría sus estudios profesionales de Artes Plásticas, en la facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico.
Al cursar tercer semestre, el emergente artista sería contratado como asistente por el maestro Haime Álvarez Correa, formado en Ruskin School of Drawing and Fine Art, con quien trabajaría hasta culminar sus estudios y fue precisamente a lo largo de todo este proceso de formación que Alex desarrollaría su propia identidad artística a través de la pintura, la escultura, el ensamblaje y la instalación ambientación, siendo esta ultima con la que realizaría su opera prima, exposicion individual, titulada Dinero (Alianza Colombo Francesa), tesis laureada por los jurados de su alma mater.

Si bien Alex de La Torre se caracteriza por ser un artista multifacético y creativo, no solo en cuanto a su obra misma, sino también al momento de implementar los materiales con los que les da vida, es la pintura figurativa quien funciona como su mejor aliada, por medio de la cual logra plasmar un sinfín de sensaciones y emociones, frutos de un alma bohemia, jovial y sensible. En cuanto a la construcción de sus creaciones, como se mencionaba anteriormente, tampoco existen límites, pues incluso con objetos de fabricación industrial, planteando discursos desde su memoria, afinidad e inquietudes, logra plasmar en su producción artistica cualquier objetivo que se proponga.

En los últimos años, el artista ha dado rienda suelta al activismo ecológico de su estética, abordando al espectador con interrogantes inquietantes. Un claro ejemplo es cómo en su obra Nicotina el fuego abandona su carácter doméstico y salta a una connotación amenazante. De esta manera, el hecho usualmente cotidiano de encender un cigarrillo dispara las alarmas de los bombero, quienes se precipitan a escena. El celo por la vida del planeta ocupa, el centro neurálgico de la acción plástica.

De igual forma, de La Torre denuncia la conflagración de una incuria cuyas consecuencias son altamente graves para la conservación de la vida misma. Hay, pues, un pulso entre la vida y el declive climático en que el calentamiento global avivado por los incendios forestales abrasan y amenazan consumir la representación misma. Es como si sus cuadros estuviesen a punto de estallar en llamas, incluso cuando no se muestre el fuego explícito. Es de esta manera cómo la obra artística llega a constituirse en un estado nervioso, cercano a la paranoia, de tal forma que para resguardar el precario equilibrio de la vida en el planeta acuden a imágenes de centinelas consistentes en mangueras, bomberos y extintores. Se trata, quizá, de la metáfora del fuego interior que nos consume y, a la larga, de la presencia de la muerte vigilada por los ángeles del fuego.
En la actualidad sus obras son exhibidas en galerías, ferias y salones, dentro y fuera del País.

Texto por: Tomas Pianeta y leo Castillo